Toda traducción implica forzosamente un reto; más aún si se trata de una obra clásica, como sucede con La Eneida, en la que Virgilio (70-19 a.C), sobre el molde tradicional del género literario de la épica, se propuso contar lo que para los romanos constituía una especie de prehistoria de Roma, entr...
Toda traducción implica forzosamente un reto; más aún si se trata de una obra clásica, como sucede con La Eneida, en la que Virgilio (70-19 a.C), sobre el molde tradicional del género literario de la épica, se propuso contar lo que para los romanos constituía una especie de prehistoria de Roma, entretejida de leyendas oscuras y contradictorias, bajo las que se escondía parte de verdad. De este modo, el poeta, junto a su inspiración, su larga preparación como versificador y su profundo conocimiento de la literatura griega y latina, recabó información en las obras de los historiadores y en los registros que los pontífices romanos iban elaborando de los sucesos relevantes. La traducción que se propone en este libro da cuenta de toda la complejidad de la obra siendo fiel a su sentido primitivo y respetando el movimiento sintáctico del original.
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