Algunas democracias son muy homogéneas; otras han mantenido durante mucho tiempo una jerarquía racial o religiosa muy marcada, en la que algunos grupos dominan y explotan a los otros. A lo largo de la historia ninguna democracia ha conseguido jamás ser a la vez diversa e igualitaria. Y, sin embargo, lograr ese objetivo es ahora el foco del proyecto democrático en países de todo el mundo. Es, según Yascha Mounk, el mayor experimento de nuestro tiempo.
Basándose en la historia, la psicología social y la política comparada, Mounk examina cómo las diversas sociedades han sufrido durante mucho tiempo los males de la dominación, la fragmentación o la anarquía estructurada. Por ello, no es de extrañar que la mayoría de la gente se muestre profundamente pesimista respecto a la posibilidad de que todas las personas puedan integrarse armoniosamente, celebrando sus diferencias. Pero el pasado puede ofrecernos perspectivas cruciales para descubrir cómo podemos hacerlo mejor. Hay margen para la esperanza.
El Gran Experimento no solo ofrece una profunda comprensión de un problema urgente, sino también una auténtica esperanza en nuestra capacidad para solucionarlo. Como sostiene Mounk, renunciar a la idea de construir democracias diversas, justas y prósperas no es una opción, por eso debemos esforzarnos por hacer realidad nuestra visión más ambiciosa para el futuro de nuestras sociedades.