Aunque en El arqueólogo se afirma que vivir en Italia es convivir con el crimen y con las ruinas del pasado, lo que encontramos sobre todo en esta novela es la recreación minuciosa de un microcosmos familiar. Claudio Bersani ve desfilar a hijos, parientes vivos y legendarios, nietos y colegas, por s...
Aunque en El arqueólogo se afirma que vivir en Italia es convivir con el crimen y con las ruinas del pasado, lo que encontramos sobre todo en esta novela es la recreación minuciosa de un microcosmos familiar. Claudio Bersani ve desfilar a hijos, parientes vivos y legendarios, nietos y colegas, por su memoria y por su villa de Cicciano, cerca de Nápoles. Todos contribuyen a esculpir el retrato de un personaje tan real que salta del papel, un gran seductor con un misterioso pasado aventurero. Con este mosaico humano en que no faltan claroscuros, Román Piña parece proponer una alabanza de la cultura clásica, reivindicar la importancia de los viejos maestros y cantar los efluvios dulces que se disfrutan solo al final de toda vida. Pero sobre todo, en Bersani encontramos a un personaje de un encanto arrollador que protagoniza un sinfín de situaciones inolvidables, historias que, en palabras de Mauricio Wiesenthal, "vuelan, como todo lo que está animado por el espíritu y la inteligencia” (...) ”Por eso su novela se lee con interés. Va encadenando sus historias con habilidad sencilla -aparentemente fácil-, creando mucha complicidad en el lector que disfruta con sus giros y vuelos desde Bagdad a Micenas, desde Troya hasta Nápoles. Una novela suelta, clara y amable. Y, sin embargo, no siempre escrita en tintas suaves; sino expuesta con escorzos enérgicos, formas sorprendentes y movimientos audaces. Lo mejor que puede decirse de un buen edificio es que parece una escultura”.
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