Cuando la novelista taiwanesa Qiu Miaojin se suicidó en 1995, a la edad de veintiséis años, dejó una obra inédita, su obra maestra, Cartas póstumas desde Montmartre. A través de una serie de cartas escritas por una narradora anónima, la obra cuenta la historia de una relación apasionada entre dos mu...
Cuando la novelista taiwanesa Qiu Miaojin se suicidó en 1995, a la edad de veintiséis años, dejó una obra inédita, su obra maestra, Cartas póstumas desde Montmartre. A través de una serie de cartas escritas por una narradora anónima, la obra cuenta la historia de una relación apasionada entre dos mujeres jóvenes: su despertar sexual, su ruptura gradual y las secuelas devastadoras de su amor roto. Las cartas, que, nos dice Qiu, se pueden leer en cualquier orden, tienen como escenario París, Taipéi y Tokio, y muestran ideas desgarradoras sobre lo que significa vivir entre culturas, idiomas y géneros. Qiu nos hace partícipes de su vida como estudiante en París, de su pasión por el cine y en especial por las películas de Theo Angelopoulos, y de su admiración por las obras de Kobe Abe y Osamu Dazai. También analiza su identidad sexual, sus pensamientos de suicidio y, sobre todo, sus deseos.
Poderosamente cruda y trascendente como Confesiones de una máscara de Mishima o Las penas del joven Werther de Goethe, Cartas póstumas desde Montmartre consagró a su autora como una de las mejores escritoras modernistas y experimentales en lengua china de su generación.
Su obra se ha convertido en un clásico de culto, particularmente en la comunidad LGTB taiwanesa, donde su vida y su trabajo siguen ejerciendo mucha influencia en las nuevas generaciones.
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