Hace poco le salvé la vida a un tío. Dicho así, ya sé que suena un poco fuerte. Pero es verdad. A veces la verdad es fuerte. El tío al que le salvé la vida tiene dos años más que yo y me cae fatal. Bueno, puede que desde lo que pasó me caiga un poco mejor, pero solo un poco. En realidad no lo sé. No...
Hace poco le salvé la vida a un tío. Dicho así, ya sé que suena un poco fuerte. Pero es verdad. A veces la verdad es fuerte. El tío al que le salvé la vida tiene dos años más que yo y me cae fatal. Bueno, puede que desde lo que pasó me caiga un poco mejor, pero solo un poco. En realidad no lo sé. No sería su amigo por nada del mundo. Seguro que os estáis preguntando qué pasó, qué hice. Igual me imagináis como un héroe. Alguien que va por ahí salvando vidas o salvando mundos. O que lleva capa y una «S» muy grande en la camiseta. No os rayéis. Soy un tío como todos, pero más raro. Creo que si no fuera raro las cosas habrían sido distintas. De aquella madrugada apenas tengo recuerdos nítidos. Todo fue cuestión de tres o cuatro segundos. Apenas tuve tiempo de pensar, pero sí de formularme una pregunta horrible: «¿Y si no hago nada?».
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