La protagonista de esta novela (cualquier parecido con la autora es pura coincidencia) malvive en París con una ayuda para desempleados de larga duración. El alquiler de su minúsculo apartamento le deja apenas cien euros libres al mes. En cierto modo es una víctima de sus propias ilusiones porque ha...
La protagonista de esta novela (cualquier parecido con la autora es pura coincidencia) malvive en París con una ayuda para desempleados de larga duración. El alquiler de su minúsculo apartamento le deja apenas cien euros libres al mes. En cierto modo es una víctima de sus propias ilusiones porque ha dejado un empleo más o menos razonable para dedicarse plenamente a los azares de la literatura: ahora debe compaginar esas quimeras con los imperativos de la supervivencia diaria. Su vida, como la de tantos otros, se abisma poco a poco en un infierno que la indómita narradora nos relata con humor quirúrgico y ojo clínico para lo grotesco: a ratas roza el sarcasmo, pero nunca excluye la ternura. Esa mujer que no pacta con el diablo, que no se rinde frente a la adversidad, que no renuncia a los sueños, es la más lúcida observadora de su entorno y de sí misma.
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