Cuando se ha llegado al final del camino y por delante apenas se vislumbra nada más que la desaparición o la eternidad, ¿hacia dónde vuelve uno la mirada? Casi indefectiblemente, hacia el pasado. En la soledad de su casa, un escenario que ha sido testigo de tantos instantes únicos, el protagonista r...
Cuando se ha llegado al final del camino y por delante apenas se vislumbra nada más que la desaparición o la eternidad, ¿hacia dónde vuelve uno la mirada? Casi indefectiblemente, hacia el pasado. En la soledad de su casa, un escenario que ha sido testigo de tantos instantes únicos, el protagonista recuerda lo que ha sido su vida, su temprana viudez, su peculiar relación con las mujeres, con los hijos, los amigos, los vecinos y el trabajo. Nada rompe el silencio de las estancias, excepto el zumbido del hervidor de agua, un fondo musical cotidiano para la despedida de un anciano ahora solitario y su existencia, un hombre abocado a un destino inevitable y que ha visto que sólo el amor (y el desamor) es capaz de traspasar la frontera que separa la vida y la muerte.
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