«En las manos de nuestros niños, el sombrero y el río vuelven a cobrar la importancia que la ficción les pide. Los elementos se amansan y se ensalzan y sobre todo se adaptan a las verdaderas necesidades de la representación. La historia se termina y la ficción comienza. Sin enfrentamiento alguno. La...
«En las manos de nuestros niños, el sombrero y el río vuelven a cobrar la importancia que la ficción les pide. Los elementos se amansan y se ensalzan y sobre todo se adaptan a las verdaderas necesidades de la representación. La historia se termina y la ficción comienza. Sin enfrentamiento alguno. La escritura ni roba ni exige, sencillamente emplea aquello que le es útil. Sin establecer un conflicto. La historia se sabe a salvo de la ficción porque ya ha sucedido plenamente. La ficción no debe nada a nadie porque aún está por suceder.Y es por eso, que el sombrero flota en el río.En cualquier caso sobre el río de Mark Twain flota el sombrero de Samuel Beckett, o eso imagino, señalando entre uno y otro, Sombrero y Mississippi, dos parámetros en la escritura, o eso parece.La idea de cruzar la distancia que separa el Mississippi del sombrero, responde al deseo infantil de pasar una vez más los dedos por el relieve de los mapas. Cualquier aproximación al juego de la escritura debería devolvernos a la intuición de paisajes aún no conocidos, con todos los márgenes de libertad que sea posible idear, como el paseo impreciso de quienes de niños seguían el curso de las latas pateadas con descuido» (Ray Loriga).
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