En la primavera de 1957 el actor Julián Dalmau regresa a Cuba tras una larga estancia en los Estados Unidos.Le ha invitado a montar en el Teatro París la obra Cuatro gatos encerrados, sin saber que él pretende "ahorcarse al término de la primera función en medio de un vendaval de aplausos". Pero al ...
En la primavera de 1957 el actor Julián Dalmau regresa a Cuba tras una larga estancia en los Estados Unidos.Le ha invitado a montar en el Teatro París la obra Cuatro gatos encerrados, sin saber que él pretende "ahorcarse al término de la primera función en medio de un vendaval de aplausos". Pero al desembarcar en La Habana, la mala o la buena suerte le llevan a un universo de prostitutas, actrices de vodevil y sufridos cantantes de ópera que, contra viento y marea, sobreviven al amparo de un decadente teatro llamado Finisterre. En el centro mismo de ese retablo humano, sobresale el incondicional Conde Eros, escritor de novelas porno. En su cuaderno de notas, se lee:"Mi condado es el de la pobreza. Bien se sabe, no jeringuen, quién lo duda, que para nadie la Vida con mayúscula es una ópera donde un tintorero puede ser Rey de Etiopía, ni tan bella como para que a una puta la dejen figurar entre las alegres comadres de Salieri-Shakespeare, pero también se desconoce por qué a veces la vividora vida se da de repente esos lujos de sueño; tal vez ni siquiera lo haga por nosotros sino por ella misma, cansada como debe de estar cada vez que alguien protesta y asegura que la vida en minúsculas es un infierno, una estafa, una bazofia, una soberana y lacerante porquería".
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