En El ala oeste, no hay palabras, y el protagonista es una casa donde las grietas y el empapelado de las paredes, el sinsentido de las escaleras y las puertas y la turbulencia de los suelos son más intensos que los pocos seres vivos que deambulan por ella como fantasmas.
En El ala oeste, no hay palabras, y el protagonista es una casa donde las grietas y el empapelado de las paredes, el sinsentido de las escaleras y las puertas y la turbulencia de los suelos son más intensos que los pocos seres vivos que deambulan por ella como fantasmas.
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