Quienes creen -sean sufíes, cristianos, discípulos del Buda o kabalistas- que es posible nadar en un océano de luz y hallar por cuenta propia maná para el alma, desconfían del rigor y el celo de los burócratas del Espíritu y repetidores de ensalmos, de los inquisidores de ayer y de hoy, más inclinad...
Quienes creen -sean sufíes, cristianos, discípulos del Buda o kabalistas- que es posible nadar en un océano de luz y hallar por cuenta propia maná para el alma, desconfían del rigor y el celo de los burócratas del Espíritu y repetidores de ensalmos, de los inquisidores de ayer y de hoy, más inclinados a ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio. Los sabios judíos sostienen que la Torá que conocemos tiene mil sentidos que no conocemos y que otros, en el transcurso de los siglos, conocerán, porque -y esto es lo revelador- hablará a cada siglo en la lengua de cada siglo, pero lo que cada siglo encontrará ya se halla en ella, y cada nueva visión de la Torá seguirá formando parte de la enseñanza tradicional. De ahí que los personajes que dialogan en ?Alrededor de una nuez? se sorprendan y nos sorprendan con la actualidad de sus descubrimientos, los cuales se mueven entre la psicología, la mística e incluso el mero juego verbal para dar testimonio de un saber que ni está agotado ni es estrictamente endogámico, pues así como un español o un turco pueden estudiar Zen o un judío puede entregarse a las maravillas y paradojas del Sufismo, así también puede un cristiano o un budista adentrarse en los meandros de la Kábala.
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