En su prólogo, Umberto Eco habla de estas piezas como «textos de ocasión», esdecir, escritos que nacieron de un encargo o del puro divertimento. Cierto, perocuando quien trabaja de ese modo es un gran maestro, cada frase se convierte enuna pequeña lección para quien lee.El libro arranca con el texto...
En su prólogo, Umberto Eco habla de estas piezas como «textos de ocasión», es decir, escritos que nacieron de un encargo o del puro divertimento. Cierto, pero cuando quien trabaja de ese modo es un gran maestro, cada frase se convierte en una pequeña lección para quien lee. El libro arranca con el texto titulado «Construir al enemigo», donde se insiste en las bondades de tener siempre a mano un enemigo en quien descargar nuestras debilidades o faltas y, si ese enemigo no existe, pues habrá que crearlo: ese es el mensaje que se desprende de El cementerio de Praga, su novela más reciente. Le siguen otros textos que cabalgan de Dan Brown a Barak Obama y Angela Merkel, y una espléndida pieza que aborda el tema de Wikileaks y nos invita a reflexionar sobre el poder del silencio en una sociedad donde el escándalo es moneda corriente. En otros escritos sale a la luz la corrupción política italiana, aliñada con el cuerpo de mujeres hermosas y dispuestas a triunfar , pero alrededor de este tema tan manido el professore hila un sagaz discurso sobre el ruido mediático, especialmente creado desde los centros de poder para distraer al ciudadano medio y ocultar otras noticias importantes. Y de aquí nos vamos al Ulises, de Joyce, para descubrir una nueva opinión sobre esta novela que muchos mientan y pocos han leído. Resumiendo, Eco tiene edad y condición para hablar de casi todo, enlazando temas que en apariencia parecen muy lejanos, y Construir al enemigo es un buen ejemplo de inteligencia y sabiduría puestas al servicio de esos lectores que a la vida le piden algo más que titulares de periódico.
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