Cuando aún era un adolescente, Leonard Cohen se asomó un día al balcón de su casa en Montreal cerca de un parque, y oyó unos acordes de guitarra. El chico sentado en el parque tocaba flamenco y durante unos pocos días se convirtió en el primer maestro de Leonard. Desde entonces, paso a paso, Leonard...
Cuando aún era un adolescente, Leonard Cohen se asomó un día al balcón de su casa en Montreal cerca de un parque, y oyó unos acordes de guitarra. El chico sentado en el parque tocaba flamenco y durante unos pocos días se convirtió en el primer maestro de Leonard. Desde entonces, paso a paso, Leonard Cohen ha ido forjando una carrera donde los momentos estelares se han alternado con épocas oscuras, y donde la música ha ido acompañada de la escritura. Canciones como Suzanne, So Long, Marianne o Chelsea Hotel nos han acompañado a lo largo del siglo XX y los poemas de El libro del anhelo resumen en pocas líneas emociones que no tienen fecha de caducidad. Muchos jóvenes veneran a ese hombre que en 2011 fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias y a sus setenta y ocho años aun tiene fuerzas y ganas de dar la vuelta al mundo para estar cerca de su público. Cuando alguien le tacha de pesimista, Cohen sonríe y suelta una de sus frases memorables, que son una lección de vida. Revisando estas palabras, entrevistando a la gente que le es próxima, trabajando con el artista para recabar datos inéditos de su trayectoria personal y profesional, Sylvie Simmons ha reunido las piezas que componen al hombre y al artista, hasta lograr su mejor retrato.
"Si queremos expresar la derrota común, procuremos hacerlo dentro de los límites estrictos de la dignidad y la belleza." Leonard Cohen
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