La Patagonia sigue siendo el destino alejado, desconocido y virgen que siempre hemos concebido, algo que, en los momentos acelerados que corren, no es fácil. Porque la Patagonia, desde luego, no es únicamente el Perito Moreno o Ushuaia, sino toda la vasta e ignota extensión que se abre entr...
La Patagonia sigue siendo el destino alejado, desconocido y virgen que siempre hemos concebido, algo que, en los momentos acelerados que corren, no es fácil. Porque la Patagonia, desde luego, no es únicamente el Perito Moreno o Ushuaia, sino toda la vasta e ignota extensión que se abre entre esos iconos concretos del turismo de masas. Los páramos patagónicos, las playas interminables, los glaciares, todo está al alcance de quien se quiera apartar por unas semanas del circuito convencional. También el paisaje y la historia permanecen, en cualquier caso, indelebles, intactos. Pero este libro también está impregnado de algunas cuestiones palpitantes: la acuciante necesidad de emigrar al Primer Mundo, el calentamiento global o el caos económico de la Argentina. Todos esos asuntos están hoy tan de actualidad como huérfanos de soluciones ya que éstas implicarían, necesariamente, el sacrificio de un estilo de vida al que no estamos dispuestos a renunciar, aunque acabemos estampados contra uno de sus icebergs. Y todo eso también se palpa en la Patagonia, al sur del Sur.
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