En la maraña de sucesos y personajes que nutren la historia de la ciencia se han conocido momentos muy singulares de los que han surgido cambios revolucionarios. 1905 fue uno de esos hitos. En aquel «año milagroso», Albert Einstein, entonces todavía un desconocido empleado de la Oficina de Patentes ...
En la maraña de sucesos y personajes que nutren la historia de la ciencia se han conocido momentos muy singulares de los que han surgido cambios revolucionarios. 1905 fue uno de esos hitos. En aquel «año milagroso», Albert Einstein, entonces todavía un desconocido empleado de la Oficina de Patentes de Berna, publicó cinco artículos, hoy imprescindibles para conocer el desarrollo de la física, y, en más de un sentido, de la humanidad. Dos de esos artículos fueron especialmente importantes: «Sobre un punto de vista heurístico concerniente a la producción y transformación de la luz» —en el que Einstein extendió a la radiación electromagnética la discontinuidad cuántica— y «Sobre la electrodinámica de cuerpos en movimiento» —en que creó la teoría de la relatividad especial, que revolucionaba nociones filosóficamente tan fundamentales como son las de espacio y tiempo, socavando los cimientos de la física anterior. El tercero de aquellos trabajos contiene una sencilla expresión matemática, E=mc2, sobre cuya verdad darían fe las explosiones nucleares que pusieron fin a la segunda guerra mundial. En los dos restantes estudios, Einstein presenta resultados que demuestran la existencia de átomos de tamaño finito, un logro en absoluto menor en un momento en el que muchos negaban tal atomicidad. Estos son los trabajos que se incluyen en este libro, acompañados por magistrales explicaciones de científicos tan celebrados como John Stachel y Roger Penrose. Cinco artículos que forman parte de la cultura más universal, reunidos por primera vez en un solo volumen.
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