La evidente presencia de los productos tecnológicos y de Internet en todos los ámbitos de nuestra vida no ha disuelto la gran disociación entre la lectura como hábito cultural para personas con un buen nivel de formación y un concepto más informacional de lectura, propio de sociedades en las que la ...
La evidente presencia de los productos tecnológicos y de Internet en todos los ámbitos de nuestra vida no ha disuelto la gran disociación entre la lectura como hábito cultural para personas con un buen nivel de formación y un concepto más informacional de lectura, propio de sociedades en las que la información tiene un alto valor. Esta disociación se vive con especial intensidad en la escuela, donde prevalece la cultura impresa, cada vez más distante de las vivencias culturales que los alumnos tienen fuera del entorno escolar. En la sociedad del conocimiento la lectura adquiere una nueva dimensión, leer se convierte en un acto variado que no se limita al libro, por tanto hay que dotar de capacidad al lector para poder acceder a diferentes tipos de lectura, en diferentes soportes, así como capacidad para discriminar, priorizar, valorar y asimilar. El desarrollo de estas capacidades, en las que tiene un papel clave la alfabetización en información, es trascendental, pues nos va a permitir desenvolvernos en la sociedad del conocimiento a lo largo de toda la vida. La lectura se encuentra en pleno proceso de transformación, tanto en su dimensión discursiva como en la propia praxis. La lectura ha de entenderse en sentido amplio e integrador, sin deslindar o discriminar lo textual de la imagen, el sonido o el soporte, que pueden convivir y enriquecerse mutuamente. Omitir la lectura icónica o la lectura digital de la enseñanza obligatoria en el siglo XXI es obviar una parte importantísima de nuestra cultura y acrecentar la brecha que separa la escuela de la realidad social. Una gran parte de las investigaciones, propuestas y publicaciones que se llevan a cabo actualmente en el ámbito de las ciencias de la información y la documentación giran en torno a la biblioteca universitaria. La biblioteca escolar es la gran olvidada a pesar de su papel, imprescindible, como mediadora de la cultura y del aprendizaje y a pesar de ser el lugar por el que necesariamente deberán pasar todas las personas, sin distinción social cultural o económica. La autora propone en esta monografía una nueva biblioteca escolar convertida en centro de recursos para la enseñanza y el aprendizaje e integrada plenamente en el proceso educativo de los centros. Esta biblioteca es el lugar apropiado para que los alumnos mejoren globalmente su nivel de competencias y tengan, además, una aproximación a la vez académica y lúdica a la lectura. La autora presenta, además, un modelo de promoción de la lectura y de la competencia lectora para la biblioteca escolar que contempla las normas internacionales de alfabetización en información.
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