«Este mundo sensible es como un libro escrito por la mano de Dios, creado por el poder divino, y sus criaturas son como figuras, no inventadas por el arbitrio del hombre, sino instituidas por voluntad de Dios para manifestar y significar su invisible sabiduría.» Estas palabras de Hugo de San Víctor ...
«Este mundo sensible es como un libro escrito por la mano de Dios, creado por el poder divino, y sus criaturas son como figuras, no inventadas por el arbitrio del hombre, sino instituidas por voluntad de Dios para manifestar y significar su invisible sabiduría.» Estas palabras de Hugo de San Víctor sintetizan la concepción medieval del mundo sensible como símbolo de realidades espirituales, como alfabeto espiritual. Entre las letras o figuras que los hombres han de descifrar cabe destacar a los animales, cuyas imágenes nos inician en las más altas revelaciones divinas. Esta zoología sagrada dio lugar a los bestiarios, integrados por relatos naturalistas, a menudo fantasiosos, seguidos de interpretaciones alegóricas. El alfabeto simbólico de los animales ilustra las premisas teóricas del bestiario y reconstruye su «teología» a partir de las doctrinas hermenéuticas de los pensadores cristianos. Además, ofrece un fascinante recorrido a través de los símbolos animales más significativos de la Antigüedad tardía y el Medievo. Por sus páginas discurren la víbora parricida y matricida, el Libro de los monstruos, la paloma plateada, los «bestiarios divinos» de san Antonio y de Cecco d;Ascoli, hasta llegar a la zoología erótica del Bestiario de amor de Richard de Fournival y de Giacomo da Lentini, y al gran mito de Laura-fénix que Petrarca forja en su Cancionero.
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