Los vaivenes en el precio de un residuo orgánico acumulado sobre el fondo marino durante decenas de millones de años tienen al mundo con el corazón encogido, y por muy buenas (o tal vez muy malas) razones: al fin y al cabo, ese formidable sedimento de criaturas descompuestas se vende hoy en barriles...
Los vaivenes en el precio de un residuo orgánico acumulado sobre el fondo marino durante decenas de millones de años tienen al mundo con el corazón encogido, y por muy buenas (o tal vez muy malas) razones: al fin y al cabo, ese formidable sedimento de criaturas descompuestas se vende hoy en barriles y en cantidades superlativas para alimentar una insaciable maquinaria que no puede detenerse sin detener con ella la marcha de nuestro angustiado planeta. ¿Pero qué ocurre cuando falla una pieza en el diabólico engranaje? Y sobre todo, ¿qué ocurriría si se agotara el sustento de la fiera?
Crudo es la historia del oro negro que destronó al rey carbón, se impuso en la Gran Guerra, impuso guerras pequeñas, llevó a Occidente desde la edad de los metales a la edad del plástico y acabó fragmentando el desconcierto de las naciones en tres grandes campos: los potentes, los impotentes y los sedientos de poder. La escritora y periodista Sonia Shah recurre a la geología, la teoría económica, la historia social y el análisis político para tejer un elocuente relato sobre el petróleo que cambiará para siempre nuestra perspectiva sobre el mineral más codiciado y más inflamable de la Tierra. Armarios rebosantes de petropoliéster, botiquines provistos de frascos petroplásticos con medicamentos de origen petroquímico, refrigeradores repletos de alimentos cultivados con petroabonos y transportados en camiones que carbonizan ingentes cantidades de diésel: estamos definitivamente enganchados al crudo y sucede que nuestro ritmo de consumo multiplica por cien el tiempo necesario para una nueva acumulación del mineral. [?] Durante las dos próximas décadas, la industria petrolera norteamericana planea dedicar el grueso de su inversión exploratoria a buscar yacimientos de crudo no en Alaska, Texas o Noruega, sino en países subdesarrollados. Se trata de operaciones que seguramente producirán pequeñas cantidades de petróleo, pero tendrán graves consecuencias para las poblaciones locales. La extracción petrolera [en esos lugares] ha coincidido con un aumento de la corrupción, la violencia y la pobreza, nunca de la prosperidad. En lugares como Irak o Nigeria, las pilas de cadáveres que rodean los grandes campos petrolíferos hablan tal vez por sí mismas.
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