La economía se ha situado en el centro de nuestras vidas, ocupando prácticamente todo el espacio. La política, desplazada y reducida a mera retórica de la economía, ya es sólo la expresión de su incapacidad para administrar y mejorar el bienestar de las personas. El mercado ha diluido las ideologías...
La economía se ha situado en el centro de nuestras vidas, ocupando prácticamente todo el espacio. La política, desplazada y reducida a mera retórica de la economía, ya es sólo la expresión de su incapacidad para administrar y mejorar el bienestar de las personas. El mercado ha diluido las ideologías, al tiempo que los sacerdotes del liberal-conservadurismo nos han prometido una apoteosis de riqueza en un mundo globalizado, sin fronteras y sin más reglas que la libre competencia. Pero algo no encaja. Cada vez se produce más, tenemos a nuestra disposición productos exageradamente baratos, pero nuestras rentas se reducen, el trabajo se vuelve escaso, perdemos seguridades y nos volvemos mucho más vulnerables. La crisis económica actual, el origen de la cual está en las prácticas oscuras de un sector financiero definitivamente independizado de cualquier control y desvinculado de la realidad, nos despertó de manera repentina y brutal del sueño en el que nos habíamos instalado plácidamente. Así arranca el análisis de Josep Burgaya, un ensayo lúcido y crítico sobre el mundo actual, en el que la falta de escrúpulos, la carencia del mínimo sentido moral y la codicia como valor supremo permiten explicar las prácticas que durante años se impusieron en el sector financiero, y que hincharon una burbuja especulativa que explotó y nos salpicó a todos en 2008. Ahora, el futuro pasa por romper con la economía del absurdo y devolver a los ciudadanos una economía basada en la justicia.
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