¿Cuándo puede o debe el crítico cargarse a un autor? ¿Cuándo merece la penadeclarar públicamente por qué determinado libro que uno estima malo esmalo? Continuamente se publican obras infames, no obstante, diga lo que digael crítico contra uno de esos libros, lo cierto es que no lo ha escogido por az...
¿Cuándo puede o debe el crítico cargarse a un autor? ¿Cuándo merece la pena declarar públicamente por qué determinado libro que uno estima malo es malo? Continuamente se publican obras infames, no obstante, diga lo que diga el crítico contra uno de esos libros, lo cierto es que no lo ha escogido por azar de entre un montón de otros parecidos. Ha ignorado los otros y, lo quiera o no, ha dirigido la atención del público hacia éste en particular. ¿En qué casos está legitimado o incluso obligado a hacerlo? Cargarse un libro, sí, pero ¿para qué y para quién? La respuesta a semejantes preguntas depende sobre todo de lo que se pida y exija a la crítica. Y estas exigencias, a su vez, tienen que ver casi siempre con las esperanzas que cada cual tiene depositadas en la literatura. A éstas y muchas otras preguntas responde el reputado crítico Marcel Reich-Ranicki en el presente ensayo, una defensa de la labor del crítico y de su papel fundamental en la construcción de una tradición literaria propia.
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